Decidió acercase, hacía ya varios minutos que lo miraba ahí sentado comiendo; a diferencia del resto las mesas del lugar, que eran todas para cuatro personas, esta estaba ocupada por solo un comensal, un puesto, una silla.
-Te molesta si me siento aquí?- preguntó la muchacha. Ante esto él levanto levemente la mirada por un cortísimo instante para saber quien estaba del otro lado, se encogió de hombros y prosiguió con la tarea de desmenuzar el pescado en busca de espinas.
- Permiso, ah - acercó una silla, y tomó asiento, luego descolgó la pierna derecha sobre la izquierda y abrió cuidadosamente una botella de agua mineral, continuó:
- ¡Que calor que hace en estos días! - empinó la botella sobre su boca entreabierta, sorbió de ella muy despacio, como besando - ¿como te llamas? hace días que te veo por acá, no se ve gente nueva muy seguido, siempre es lo mismo, por eso te noté ¿trabajas aquí cerca?.
Él, sumido en su plato no exclamó nada, solo alzó otra vez la mirada para ver como los dedos inquietos de la chica golpeaban reiterada y rítmicamente la botella de plástico.
- Ay, que callado!, dicen que los callados son los peores, ja ja..- tras reír volvió a beber de la botella, luego la cerró con la tapita azul que había dejado cerca de la alcuza y el servilletero. Él, tras terminar, dejó el servicio cruzado sobre el blanco plato ovalado, tomó lo ultimo de su copa de vino. Respiró. Pareció determinado a hablarle a la impaciente joven que lo miraba fijamente, intrigada y atonita por su porte y talle. Se levantó, metió su mano al bolsillo, sacó un reloj, vio la hora y se marchó.
- ¿Señorita, le traigo la cuenta?
-Te molesta si me siento aquí?- preguntó la muchacha. Ante esto él levanto levemente la mirada por un cortísimo instante para saber quien estaba del otro lado, se encogió de hombros y prosiguió con la tarea de desmenuzar el pescado en busca de espinas.
- Permiso, ah - acercó una silla, y tomó asiento, luego descolgó la pierna derecha sobre la izquierda y abrió cuidadosamente una botella de agua mineral, continuó:
- ¡Que calor que hace en estos días! - empinó la botella sobre su boca entreabierta, sorbió de ella muy despacio, como besando - ¿como te llamas? hace días que te veo por acá, no se ve gente nueva muy seguido, siempre es lo mismo, por eso te noté ¿trabajas aquí cerca?.
Él, sumido en su plato no exclamó nada, solo alzó otra vez la mirada para ver como los dedos inquietos de la chica golpeaban reiterada y rítmicamente la botella de plástico.
- Ay, que callado!, dicen que los callados son los peores, ja ja..- tras reír volvió a beber de la botella, luego la cerró con la tapita azul que había dejado cerca de la alcuza y el servilletero. Él, tras terminar, dejó el servicio cruzado sobre el blanco plato ovalado, tomó lo ultimo de su copa de vino. Respiró. Pareció determinado a hablarle a la impaciente joven que lo miraba fijamente, intrigada y atonita por su porte y talle. Se levantó, metió su mano al bolsillo, sacó un reloj, vio la hora y se marchó.
- ¿Señorita, le traigo la cuenta?
1 comentarios:
ay weon...
amo esos finales tan, tan... como digamos... surprised!!!
jajaja
wenos textos
como pa andar coketeando por ahi...
abrazo.
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