Y de pronto

Lo tomó del pescuezo, lo levantó hasta la altura de su frente, bajó la miraba, dio unos pasos y lo dejó caer volteando el rostro para no presenciar la caída, mas no podría librarse del sonido que pronto invadió sus oídos y le recorrió el espinazo hasta adormecerle la planta de los pies.
Diez minutos mas tarde, volvió arrepentido al tacho a rescatar al robusto y recién eliminado oso de felpa.

1 comentarios:

GoroCachorro dijo...

no lo habia leido..
esta precioso...

jamas pense en un osito entes del final..